INGREDIENTES
500 g de cebolla blanca
70 g de mantequilla (1)
1 cda. de harina
100 ml de vino blanco (2)
2 litros de agua o de caldo de carne (3)
Tomillo y laurel
Sal, pimienta blanca y nuez moscada al gusto
Unas rebanadas de pan casero
100 g de queso gruyère rallado (pero yo le pongo manchego, hala)
PREPARACIÓN
Cortamos la cebolla en finas rodajas.
Ponemos la mantequilla en una sartén amplia y la fundimos. Cuando burbujee añadimos la cebolla y removemos bien.
Sofreímos la cebolla a fuego bajo hasta que tome color, removiendo de vez en cuando. Si se requeman los bordes en algún momento añadimos un par de cucharadas de agua y removemos bien, de esta manera el tostado se reparte, por así decir.
Sofreímos hasta que el caramelizado esté a nuestro gusto. Esto tarda un rato largo, puede ser hasta 1 hora, pero podemos acelerarlo añadiendo una puntita de cuchillo (como dicen los galos) de bicarbonato sódico. Véanse los aspectos químicos de la cocción de las cebollas justo después de la receta.
Cuando estén bien caramelizadas agregamos la harina y le damos unas vueltas durante un minuto, para que se tueste. Añadimos el vino y mezclamos.
Agregamos el resto de los ingredientes: el agua o caldo, los condimentos y las hierbas. Tapamos y cocemos a fuego muy bajo unos 45 minutos. Cuando haya cocido probamos la sazón. La sopa debe quedar de un bonito color caramelo más o menos acentuado.
Para servir la sopa la repartimos en cuencos aptos para horno. En cada cuenco de sopa ponemos unas rebanaditas de pan tostado (4) que espolvorearemos de queso rallado. Metemos los cuencos en el horno, al grill, hasta que el queso se gratine. Servimos de inmediato.