Tener un pequeño huerto en casa es una de las formas más fáciles de llevar una vida más sostenible y ecológica. Y, al contrario de lo que pueda parecer, no necesitamos mucho espacio ni una gran inversión económica. Incluso si vivimos en una ciudad podemos emplear un pequeño espacio de nuestra terraza para cultivar alimentos. Tan solo necesitamos informarnos de los pasos que tenemos que seguir para llevar a cabo nuestro huerto urbano, y en eso te vamos a ayudar a continuación.
¿Qué necesitas para construir un huerto urbano?
Las cosas que necesitas tener en cuenta cuando quieras crear tu propio huerto casero son las siguientes:
- El espacio: Para lograr unos resultados positivos no necesitas muchos bancales (entendidos como el espacio de tierra en el que dividimos la huerta para disponer los cultivos), con unos cuatro o cinco es suficiente; aunque lo podemos adaptar si tenemos menos espacio. No solo nos interesa el tamaño del terreno, sino la manera en la que lo cuidamos y el sistema que utilizamos. Debemos tener en cuenta tres aspectos diferentes: la asociación de cultivos, la rotación y la utilización de abonos orgánicos.
Existen soluciones pensadas para tener nuestro propio huerto en solo 1 m2, muy popular en ciudades. Su tamaño hace muy sencillo el mantenimiento y permite abastecer a una persona hasta un mes. Se puede fabricar un cajón de 1 m2 y dividirlo en cuadrados de 25 cm de lado, en los que plantaremos una verdura u hortaliza. La disposición de las plantas debe permitir que a todas les llegue la luz solar de forma homogénea, así que procura agruparlas por tamaño.
- La tierra: Para la preparación del terreno deberemos ocuparnos de la limpieza del terreno, quitando piedras y maleza. Después estableceremos los bancales, entre los que hay que dejar un espacio de unos 30 cm para poder movernos entre ellos. Ten en cuenta que no se aconseja mover la tierra en exceso, sino simplemente integrarla con el suelo natural para después emparejar todo con un rastrillo.
- El abono: Utilizar abonos orgánicos antes de proceder a la siembra ayuda a nutrir la tierra y puede marcar la diferencia en el éxito de tus cultivos, especialmente si concentramos mucho el espacio en el que están nuestras plantas. Nosotros mismos podemos ocuparnos de producir un abono orgánico de calidad con restos de frutas o patatas, cenizas, cáscaras de huevo o estiércol. Si ya haces compost con restos vegetales, lo tendrás muy fácil. Si no, reparte tus restos orgánicos sobre la tierra de manera uniforme y riega la zona para la humedad ayude a descomponerlos.
¿Cómo llevar a cabo la siembra?
Una vez considerados los aspectos anteriores, solo nos queda ocuparnos de la siembra. Lo primero que debemos tener en cuenta es qué queremos cultivar: lechuga, coliflor, remolacha, habas… Las opciones son casi infinitas, por lo que lo mejor es informarte de cómo funciona la siembra local para conocer cuáles son los mejores cultivos en tu zona y las épocas para sembrar.
Para la siembra tenemos dos opciones: sembrar directamente en la tierra, echando las semillas, o hacerlo por almácigos. Si eliges la primera opción, debes saber que previsiblemente crecerán muchas plantas en un mismo lugar, por lo que hay que arrancar las que crezcan más débiles al cabo de aproximadamente un mes.
En cambio, si eliges sembrar por almácigos, hay que disponer pequeños recipientes (pueden servir una huevera de cartón o los rollos de papel higiénico) en los que colocamos la tierra mezclada con compost y algo de arena para favorecer el drenaje, y dejamos un par de semillas en cada uno. Al cabo de un mes o mes y medio, tendremos una planta pequeña que podremos trasplantar a su lugar definitivo. Este sistema nos permite controlar las condiciones climáticas y el riego en esta fase de crecimiento inicial, en la que la planta es muy frágil.
Por Jessica Williams