En el marco del “Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo”, a celebrarse este 10 de noviembre, resulta fundamental valorar y dimensionar el gran esfuerzo que hay detrás de cada producto que llega del campo a nuestro plato, gracias al compromiso de la industria de protección de cultivos con la ciencia, en beneficio de los agricultores y la sociedad.
La Organización de las Naciones Unidas, ONU, estima que para el año 2050 llegaremos a ser más de 9 mil millones de habitantes, frente a este escenario, la agricultura, al igual que otras industrias, requiere de innovaciones y tecnologías que permitan responder a la demanda de alimentos, en un contexto de escasez de recursos, cambio climático y otros factores emergentes que pueden generar crisis en los sistemas alimentarios.
De acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación de Política Alimentaria (IFPRI), la protección de cultivos, conocida comúnmente como control de plagas, enfermedades vegetales y malezas en los cultivos, forma parte de las 11 tecnologías agrícolas que pueden contribuir de manera significativa a la seguridad alimentaria para el futuro. Cabe destacar que, de acuerdo con la FAO sin el uso de las tecnologías que protejan a los cultivos de las plagas y enfermedades se perdería entre un 20 y un 40% de la producción de alimentos.
La Industria de la Ciencia de Protección de Cultivos contribuye al desarrollo de nuevos productos que ayuden al agricultor a producir más alimentos, protegiendo en todo momento la salud de las personas, así como los recursos naturales, con el fin de mejorar las condiciones de vida de millones de personas. La asociación Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCyT), tiene el compromiso de impulsar el desarrollo científico para encontrar soluciones a los desafíos actuales y construir un futuro sostenible.
Para que un producto de protección de cultivos llegue al mercado, pasa por un proceso de investigación y desarrollo de hasta 11 años, y una inversión de hasta 7 mil millones de dólares, solo 1 de 159 mil moléculas llega al campo; esto representa una inversión superior a la industria médica y del software.
En alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, PROCCyT, como representante de la industria de la ciencia de los cultivos, fomenta el conocimiento científico para que los agricultores mexicanos puedan tener acceso a estas agrotecnologías que contribuyen a hacer un uso más eficiente de los recursos.