El biodiesel está considerado una alternativa muy viable ante los constantes incrementos del precio de la gasolina, ya que este biocombustible además de ser económico es amigable con el medio ambiente, razón por la cual empieza a cobrar más relevancia en el país; este biocombustible puede ser aplicado en vehículos automotores, cuyo proceso de combustión del motor acepta este tipo de energético; como pueden ser camiones, tracto camiones o bien para la industria cuyas chimeneas o calderas puedan trabajar con este material.
Por esta razón, científicos mexicanos han empezado a desarrollar biodiesel a base de especies como el piñón, higuerilla, caña de azúcar, yuca, palma de aceite y jatropha; aún faltan 29 proyectos por investigar en cultivos con potencial para la producción de bioenergéticos para obtener variedades de mayor rendimiento. El gobierno ha otorgado en los últimos 4 años incentivos por casi 529 millones de pesos para la investigación, cultivo y plantas productoras de biocombustible en el país.
Gracias a ello, México ya cuenta con 7 plantas de biocombustible, 6 están enfocadas a la producción de biodiesel, 2 de ellas están localizadas en el estado de Puebla, las demás están en Baja California, Durango, Estado de México y Oaxaca; sólo una produce bioetanol, que en conjunto generan una producción de 42.2 millones de litros anuales, según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA).
Aunque generar diésel no es tan sencillo como parece, se tiene registro de que varias plantas generadoras de biocombustible han fracasado debido a la escasez de los recursos naturales, por lo que es necesario desarrollar estos insumos a través de la subutilización de las tierras que no estén destinadas a la producción de alimentos.
Ante esto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que la mejor alternativa para crear biocombustible es que no fuera a base de alimentos sino de desecho industrial como el forestal, el agrícola y desechos de papel, ya que no requieren grandes superficies de cultivo; además, su uso permitirá manejar los desechos de manera adecuada.
Eso mismo argumenta el Centro Mario Molina, pues sugiere que para que efectivamente el uso de biocombustibles sea benéfico para la sociedad y para el medio ambiente, es necesario garantizar la no competencia con la producción de alimentos ni que afecte negativamente a sus mercados y que contribuya al bienestar económico regional y nacional.
Asimismo, que no impacte indebidamente a la calidad del aire, el agua y el suelo, reduzca realmente la emisión neta de gases de efecto invernadero, no requiera de cuantiosos subsidios, no afecte a la biodiversidad ni contribuya a la deforestación, no conlleve el uso excesivo de fertilizantes y pesticidas que dañen a los ecosistemas y por último, no degrade o agote recursos naturales esenciales como el agua y los suelos fértiles.
Fuentes: SAGARPA, OCDE y Centro Mario Molina