La pesquería mexicana de sardina cuenta con una gran capacidad de captura que le permite una contribución del 3.9% al volumen mundial, con una contribución de 562,872 toneladas, posicionándose a nivel mundial en la séptima posición, según datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
Las principales especies de sardina que se capturan en los mares mexicanos es la “Monterrey” y la “Crinuda”, especies que aportan el 90 por ciento de la captura nacional; es un pez pelágico, esto es que vive en zonas profundas y alejadas de la costa. Es de tamaño pequeño y de agua salada, con cuerpo hidrodinámico cubierto por escamas a excepción de la cabeza; su dorso es oscuro y a los lados presenta colores plateados.
Las zonas costeras del noroeste mexicano tienen condiciones geográficas óptimas que permiten una gran producción de sardina, se capturan a través de enormes embarcaciones, siendo la flota del estado de Sonora la más grande y la que mayor cantidad de sardinas produce en la República Mexicana.
Sonora, Sinaloa y Baja California Sur contribuyen con el 91% de la captura nacional de la especie, aunque también se reproducen en Baja California, Veracruz, Colima, Jalisco, Campeche y Guerrero.
Perú es el mayor productor de sardina a nivel mundial, pero Ecuador es el principal proveedor de sardina de México. Los principales países importadores de sardina son Costa de Marfil, Ghana, Sudáfrica, Rusia y Brasil.
Esta especie está catalogada dentro de los pescados azules o grasos por contener una rica fuente de vitaminas, proteínas y minerales, además de otros nutrientes como fibra, calorías o grasas buenas para la salud.
La abundancia de vitamina del grupo B presente en la sardina hace que este alimento sea muy recomendable en casos de diabetes, depresión y asma. Además, ayuda a prevenir enfermedades cardiacas y a lucha contra el cáncer.
El consumo de este pescado también puede ayudar a personas con problemas estomacales gracias a su alta cantidad de vitamina B12; por su alta cantidad de vitamina D ayuda a fortalecer la piel y los huesos, así como al sistema inmunológico.