La superficie mundial de cultivos, con semillas genéticamente modificadas, continúa creciendo, ya superan las 190 millones de hectáreas. Un total de 24 países -19 de ellos en desarrollo– aprobaron su cultivo, convencidos de su gran aporte a la conservación del medioambiente, por el menor uso de plaguicidas y la reducción en el gasto del combustible; pero fundamentalmente, con la esperanza de incrementar el rendimiento productivo para alimentar a la humanidad, cada vez más creciente.
A medida que más países en desarrollo, como la India, Pakistán, Brasil, Bolivia, Sudán, México, Colombia, Vietnam, Honduras y Bangladesh, aumentan la superficie de cultivos modificados mediante biotecnología también sube la susceptibilidad de los especialistas y consumidores sobre su impacto a la salud y al medio ambiente, ya que hasta el momento no se cuentan con estudios y pruebas científicamente demostrables sobre su incidencia.
Según el informe ‘Estado mundial de comercialización de cultivos biotecnológicos: 2017’ (‘Global Status of Commercialized Biotech/GM Crops: 2017’) elaborado por el International Service for the Acquisition of Agri-Biotech (ISAAA) y divulgado por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), más de 17 millones de agricultores en el mundo, muchos de ellos mujeres y pequeños productores, utilizan las diversas herramientas tecnológicas que dispone la Biotecnología para producir alimentos resistentes al cambio climático y a las plagas, con el fin de incrementar su rentabilidad.
Desde 1996, año en que se empezaron a cultivar algunas variedades biotecnológicas, el área mundial destinada a estos cultivos se fue multiplicado en casi 115%, pasando de 1,7 millones de hectáreas a 189,8 millones de hectáreas en 2017. “Esto convierte a los cultivos biotecnológicos en la tecnología agraria de más rápida adopción de los últimos tiempos”, destaca el informe.
Los países que lideran la mayor superficie destinada a cultivos modificados genéticamente en el mundo son: Estados Unidos (75% de hectáreas), Brasil (50%), Argentina (23,6%), Canadá (95%) e India (11,4%).
La consultora especialista en agricultura industrial PG Economics, informó que a partir de los cultivos modificados genéticamente se obtuvieron ganancias que superan los 186.000 millones de dólares para los 17 millones de agricultores que han incorporado estas herramientas en su producción.
Además agrega que el aumento en el uso de biotecnología en el mundo, se debe principalmente por los altos precios de las materias primas, la mayor demanda de los mercados, tanto locales, como internacionales, y la disponibilidad de tecnología para semillas.
“Producir suficiente cantidad de alimentos (sanos e inocuos) y lograr la distribución equitativa de los mismos es el gran reto — si se quiere alimentar y librar del hambre a la creciente población mundial– pero el reto no se reduce a “milagrosas innovaciones tecnológicas generadoras de alimentos”, sino al replanteamiento de las políticas agropecuarias surgidas en el contexto neoliberal”, sostiene por su parte la Ingeniera en Alimentos de la Universidad Autónoma de México, María del Rocío Fernández Suárez.
“Hasta el momento, los consumidores no hemos recibido un beneficio “tangible” de los alimentos transgénicos. No son ni más económicos ni mejores que los alimentos convencionales”, destaca la especialista al tiempo de mencionar que el debate en torno a los alimentos transgénicos se ha politizado a un grado tal que resulta difícil para las personas tomar decisiones informadas sobre la compra y consumo de alimentos transgénicos, más aún cuando no se encuentran etiquetados.
Algo distinto ha ocurrido en Europa, donde las preocupaciones de los consumidores así como el alto porcentaje de rechazo hacia los alimentos transgénicos han dado lugar al etiquetado de los mismos así como a diversos retrasos a la siembra de cultivos transgénicos.
AUMENTAN EL HAMBRE PESE A LOS TRANSGENICOS
En este contexto, en el que se desarrollan los alimentos transgénicos, promovidos a nombre de la lucha contra el hambre y la desnutrición, garantizando simultáneamente el uso sustentable de los recursos naturales, surge el dilema ético en sentido de que estas promesas no se han cumplido. Después de 20 años de haberse introducido al mercado los cultivos y alimentos transgénicos, la inseguridad alimentaria persiste y aumenta cada año.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por tercer año consecutivo, se ha producido un aumento del hambre en el mundo. El número absoluto de personas subalimentadas –es decir, las personas que padecen privación crónica de alimentos–, ha aumentado a casi 821 millones de los 804 millones que eran en 2016. “Se trata de los niveles tan altos como los que había hace casi una década”, destaca la FAO.
La inestabilidad persistente en regiones devastadas por conflictos, los eventos climáticos adversos en muchas regiones del mundo y la desaceleración económica que ha afectado a zonas más pacíficas son algunos de los factores que han empeorado la seguridad alimentaria, dice la FAO.
DEGRADACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE
Junto a las seductoras promesas de bienestar, salud, riqueza y desarrollo, se han identificado también riesgos potenciales para el medio ambiente y los derechos fundamentales de campesinos y pequeños productores. Las dudas son mayores cuando se tiene en cuenta que los cultivos transgénicos son impulsados por poderosas corporaciones agroalimentarias, las mismas que han promovido y promueven el uso de pesticidas y otros agroquímicos (Monsanto, DuPont, Bayer, Dow Agro Sciences y Syngenta).
Más preocupante aún es la historia de una de estas corporaciones, Monsanto, manchada por numerosos escándalos que remontan a la época en la cual era solamente una empresa de productos químicos.
La disimulación de la toxicidad de los PCB, de la dioxina y del “agente naranja” son claros ejemplos. Más recientemente, la corporación fue condenada dos veces en los Estados Unidos y en Francia por publicidad engañosa sobre su producto estrella, el herbicida Roundup
PRIMERA EVALUACIÓN MUNDIAL
La primera evaluación mundial independiente de ciencia y tecnología agrícolas, aprobada por 58 gobiernos en abril de 2008, advierte que el mundo no puede depender de “reparaciones tecnológicas”, como los cultivos transgénicos, para resolver problemas sistémicos de pobreza, hambre y crisis ambiental persistente. “No se trata solamente de un problema de producción de alimentos, es sobre todo, un problema de acceso a los mismos y justicia social. He aquí el gran reto de la comunidad científica contemporánea en colaboración con todos los sectores de la sociedad, incluidos los consumidores, los pequeños productores y los campesinos”, señala la declaración.
La biotecnología está presente desde hace 10 mil años
Si revisáramos la historia de la agricultura, encontraríamos cómo hemos ido modificando el genoma de las plantas, desde prácticas ancestrales de reproducción hasta manipulaciones genéticas, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) en el estudio “Nuevo record de cultivos genéticamente modificados en el mundo” hace poco más de 10.000 años, el ser humano utilizó la biotecnología para su beneficio aún sin entender cómo sucedían tales procesos.
Ignoramos que las vacunas que utilizamos en la actualidad o medicinas como la insulina para enfermos de diabetes surgen a partir de organismos genéticamente modificados, tal como el jugo de uvas que se transforma en vino, el maíz en chicha, la leche en queso o yogurt o cuando usamos levadura para hornear el pan.
“Esta es la biotecnología tradicional, mediante la cual se obtienen y utilizan productos del metabolismo realizado por ciertos microorganismos”, destaca el IBCE.
Naciones Unidas (1992) define a la “biotecnología” como la aplicación de sistemas biológicos y organismos vivos –o sus derivados– en la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos.
Su uso es amplio en las áreas de farmacia, cosmética, medicina, agricultura, acuicultura, industria de alimentos, ciencias forestales, minería, textil y en varias áreas de procesos industriales.
La biotecnología surge como un proceso moderno, en la década de 1980, utilizando técnicas que en conjunto constituyen una nueva disciplina científica como es la Ingeniería Genética. Estas técnicas permiten modificar y transferir genes de un organismo a otro.
Según el IBCE, la quinua real fue mejorada en 1995 por el investigador Alejandro Bonifacio, quién empleó marcadores moleculares para confirmar la presencia de las características deseadas en cultivos híbridos obtenidos mediante biotecnología.
Este instrumento biotecnológico se utiliza para evaluar la variabilidad genética, identificar el genotipo; estimar el relacionamiento genético entre poblaciones, intercruzas y material de reproducción; entre otros, explica la publicación del IBCE.
La soya es el único evento transgénico autorizado que puede aplicar semilla modificada. El 1 de julio de 2005, mediante Decreto Supremo Nº 28225, los ministerios de Salud y Deportes y de Desarrollo Económico, autorizaron la producción agrícola y de semillas genéticamente modificadas, denominadas OGM.
Actualmente productores de soya demandan al Gobierno la aprobación de nuevos eventos transgénicos (contra la sequía e insectos) como la semilla «HB4» tolerante a la sequía, además que incrementaría los rendimientos en un 30 por ciento. De acuerdo a la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO), el Gobierno tiene toda la información técnica suficiente que demuestra el impacto del uso de la biotecnología, además de extenderse al algodón, maíz y caña de azúcar.
LA BIOTECNOLOGIA VERDE
Se centra en la agricultura como campo de explotación. Las aproximaciones y usos biotecnológicos verdes incluyen la creación de nuevas variedades de plantas de interés agropecuario, la producción de biofertilizantes y biopesticidas, el cultivo in vitro y la clonación de vegetales.
Mediante la utilización de esta tecnología se persiguen tres objetivos fundamentales. En primer lugar, se busca la obtención de variedades resistentes a plagas y enfermedades. Una segunda utilización está orientada al desarrollo de variedades con mejores propiedades nutricionales como por ejemplo, mayores contenidos en vitaminas y ´por último, como medio para obtener variedades de plantas que actúen como productoras de sustancias de interés médico-
ORGANISMOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS
La modificación genética directa permite la obtención de organismos que expresan genes de organismos de un grupo taxonómico. Cabe mencionar que dentro de este sub grupo de procesos biotecnológicos, existen otras técnicas como la radioactividad (con Rayos X o Rayos Gamma, protones, neutrones, partículas alfa y beta). También se utilizan algunos químicos como la azida sódica y el etil metasulfonato.
TRANSGÉNESIS
Dependiendo de la modificación genética, realizada por la recombinación del ADN, se le confiera a un microorganismo, planta o animal, la capacidad de crecer en condiciones ambientales distintas a las propias de su especie, de ser resistentes a plagas y enfermedades, o de sintetizar nuevas proteínas
Un ejemplo en plantas, son aquellas que expresan resistencia a insectos, con lo que se elimina la necesidad de la aplicación externa de insecticidas.
Por ejemplo, el trigo que se cultiva actualmente, es producto de la cruza que se realizó con otros pastos para introducir nuevos genes, a través de la radiación con Rayos X o Gamma
HIBRIDACIÓN
Esta es una técnica empleada para mejorar plantas o razas de animales. Mediante este proceso se cruzan líneas parentales que son “puras” con características deseables para mejorar la nueva planta que presentará la estabilidad requerida para una nueva variedad vegetal. Generalmente, las características que se desean obtener son una mejora en la productividad, resistencia a plagas y enfermedades, reducir el tiempo de maduración, etc. Algunas veces, las líneas puras pueden tardar 7 u 8 años en ser desarrolladas.
En el mundo es híbrido. De igual manera, el trigo utilizado para la elaboración de pasta (fideo) es un híbrido de dos pastos silvestres (ISAAA, 2006)
DATOS ESTADÍSTICOS
- El área global de cultivos biotecnológicos alcanza A las 189,8 millones de hectáreas (+4,7 millones de hectáreas respecto a 2016).
- 17 millones de agricultores de 24 países cultivaron semillas biotecnológicas: 19 países en desarrollo y 5 países industrializados
- 43 países no productores regularon formalmente la importación y el uso de cultivos biotecnológicos para la alimentación, la alimentación y el procesamiento.
- Las variedades de soYa biotecnológica representaron el 50 por ciento del área mundial total sembrada con semillas transgénicas.
- Los países con más del 90 por ciento de adopción de soja biotecnológica fueron Estados Unidos, Brasil, Argentina, Paraguay, Sudáfrica, Bolivia y Uruguay.
- Sobre el área global para cultivos individuales, el 77 por ciento de la soja, el 80 por ciento del algodón, el 32 por ciento del maíz y el 30 por ciento de la colza sembradas en 2017 en todo el mundo fueron variedades biotecnológicas.
- La tasa promedio de adopción de cultivos biotecnológicos en los cinco principales países productores de cultivos biotecnológicos aumentó en 2017 hasta casi alcanzar la totalidad en el cultivo de soja, maíz y colza: Estados Unidos (94.5%), Brasil (94%), Argentina (~ 100%), Canadá (95%) e India (93%).
- La seguridad alimentaria mundial depende de los vínculos recíprocos entre el excedente de alimentos y los países productores de piensos y los que tienen una producción deficitaria. Concretamente, la soja y el maíz biotecnológicos han ayudado a los países en desarrollo a cumplir con sus requisitos de alimentación para producir proteína animal y de pescado.