Oficialmente, la guerra económica entre China y Estados Unidos, comenzó el 6 de julio de 2018.
Ese día, y tras meses de críticas al modelo de intercambio comercial existente entre ambos países, el gobierno del presidente Donald J. Trump impuso aranceles a cientos de productos chinos por un valor estimado en US$34.000 millonesanuales.
China, que calificó la medida como «la mayor guerra comercial en la historia», respondió implementando medidas similares.
Desde entonces, se han realizado encuentros para tratar de solventar la situación. Y aunque Trump ha hablado de avances, de momento no se ha dado la negociación por concluida.
Pero para muchos analistas, lo que está ocurriendo actualmente evoca un momento crítico en la economía mundial, que tuvo lugar hace casi 100 años.
La Ley de Aranceles Smoot-Hawley incrementó los impuestos a la importación de centenares de productos con el objetivo de proteger a granjeros y empresas estadounidenses.
Adam Augustyn, editor de la Enciclopedia Británica, explica que en la década de los 20 del siglo pasado, los agricultores europeos empezaron a recuperarse de la devastación causada por la Primera Guerra Mundial, lo que aumentó la competencia e hizo que los precios de los productos bajaran.
Adicionalmente, los campesinos se habían endeudado tratando de incrementar su producción.
Y una buena parte de la fuerza laboral estadounidense se encontraba en el campo.
Fue así como granjeros estadounidenses iniciaron entonces un periodo de cabildeo para que el gobierno impulsara medidas de protección para agricultores locales.
El aumento de aranceles afectó a una gran variedad de importaciones: huevos, ropa, barriles de petróleo y azúcar.
Es difícil calcular el porcentaje en el aumento impositivo porque su estimación dependía del volumen o el peso del producto, pero economistas estiman que los incrementos oscilaron entre el 15% y el 40%.
Durante los dos años que siguieron a la implementación de la Ley Smoot-Hawley, las importaciones y exportaciones de EE.UU. cayeron alrededor de 40%.
Canadá y Europa tomaron medidas recíprocas y aumentaron los aranceles para productos estadounidenses.
Algunos bancos empezaron a colapsar, el intercambio comercial global disminuyó y la economía mundial atravesó un período crítico.
Es difícil saber cómo terminará el capítulo China – EE.UU., pero estudios recientes que analizan el impacto del aumento en los aranceles indican que ya hay consecuencias negativas.
Según los análisis, el consumidor estadounidense ha terminado asumiendo el costo de los impuestos aplicados por el gobierno de Trump.
«A finales de 2018, se produjo una reducción en el ingreso real de US$1.400 millones al mes«, indica un estudio realizado conjuntamente por Mary Amiti (Banco de la Reserva Federal de Nueva York), Stephen J. Redding -(Universidad de Princeton) y David Weinstein (Universidad de Columbia).
Y prosigue: «Vemos patrones similares en los países que tomaron medidas en contra de EE.UU., lo que indica que la guerra comercial también disminuyó el ingreso real en otros países».