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Maersk, la primera gran víctima de la guerra comercial EEUU – China

Según la agencia financiera Bloomberg, Maersk ya ha perdido casi un tercio de su valor en el mercado este año, a medida que los inversionistas pierden confianza ante las medidas proteccionistas de Washington y las represalias de otros gobiernos, principalmente de Pekín.

Los primeros grandes perdedores directos en el conflicto comercial entre Estados Unidos y China son los grandes operadores de embarcaciones de contenedores que transportan esos bienes ahora sujetos a nuevos aranceles.

Ese proteccionismo comercial se ha traducido en una reducción de importaciones y exportaciones y la industria del transporte marítimo sufre por esa disminución de volúmenes.

Y a nadie le va peor que A.P. Moeller-Maersk, la compañía de barcos cargueros más grande del mundo, con base en Copenhague, Dinamarca.

Según la agencia financiera Bloomberg, Maersk ya ha perdido casi un tercio de su valor en el mercado este año, a medida que los inversionistas pierden confianza ante las medidas proteccionistas de Washington y las represalias de otros gobiernos, principalmente de Pekín.

A principios de julio, Estados Unidos comenzó a aplicar aranceles sobre cientos de productos chinos por valor de US$34.000 millones anuales.

China acusó a EE.UU. de iniciar la «mayor guerra comercial en la historia económica» y empezó a tomar medidas de represalia.

Esto hará que los productos que ambos países importan sean más caros, disminuyendo la demanda y, así, la cantidad de bienes que se transportan de un lado al otro.

«El ojo del huracán»

La compañía de embarque Maersk controla el 19% del comercio marítimo y es la segunda transportadora en el corredor comercial Lejano Oriente-América del Norte, con un 15% del mercado.

La disminución de exportaciones de China, producto de las nuevas tarifas y aranceles impuestos por EE.UU. ya están dejando su huella en los resultados financieros de Maersk.

La empresa danesa bien podría encontrar difícil reportar ganancias este año.

Bloomberg cita a Per Hansen, un economista de inversión del banco Nordnet en Copenhague, que dice que Maersk actualmente se encuentra «en el ojo del huracán» cuando se trata del daño que causará la guerra comercial.

Hansen estima que las acciones de la compañía transportadora podrían caer por lo menos otro 10%.

La industria de embarques ha dependido históricamente del crecimiento económico para estimular la demanda de sus servicios.

Con la desaceleración de la economía y el inicio de lo que se ha llamado la mayor guerra comercial de la historia, los transportadores marítimos como Maersk no podrán esperar esa demanda que haga crecer sus negocios.

Antes bien, la industria está pasando por un problema de demasiada capacidad, particularmente Maersk que opera algunas de las embarcaciones más grandes del mundo.

«El problema del exceso de capacidad es que baja los costos», explicó a Bloomberg Jan Voetmann, director del grupo de análisis de datos de Maersk. «Eso hace que los transportadores busquen mayor eficiencia lanzando embarcaciones más grandes. Eso crea más exceso de capacidad».

Doble impacto

El efecto sobre las utilidades de la compañía es diciente: Maersk ya se está preparando para una deslucida actividad en el segundo semestre por lo que llama efectos estacionales.

La semana pasada, la empresa anunció que también necesitaría reducir su servicio entre Asia y el norte de Europa como resultado.

Todo el cambio de estrategia comercial y geopolítica del gobierno del presidente Donald Trump tiene a la empresa de carga desequilibrada.

Maersk lleva meses advirtiendo sobre los efectos devastadores de una reducción en el comercio global, desde que el gobierno Trump retirara a EE.UU. del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP, en enero de 2017.

Pero el golpe empezó a sentirse con la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio, y luego otras nuevas tarifas a productos chinos, que se anunciaron a principios de julio.

En represalia, China impuso sus propios aranceles a los productos de agricultura y manufacturación que importa de Estados Unidos.

Este toma y dame tiene un doble impacto sobre las compañías transportadoras, pues los barcos que llevan el acero y aluminio a los puertos estadounidenses son recargados con productos agrícolas y de manufactura para el viaje de regreso.

Pero además a Maersk no solo la hace tambalear la disminución del volumen de carga en ambas direcciones, sino también la difícil renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA).

Y, para colmo, la compañía danesa también anunció en mayo que estaría cerrando una pequeña operación en Irán ante la inminente reimposición de sanciones de EE.UU. contra ese país.

La guerra comercial, sin embargo, no sólo representa un enorme problema para la empresa de embarques.

«También será un problema para el mundo y los estadounidenses y, de hecho, para los chinos», advirtió al diario Financial Times Soren Skou, director ejecutivo de Maersk.

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