En estas fiestas patrias, la imagen del chile es clásica ya que es uno de los cultivos más característicos de México, es un símbolo de identidad cultural porque son considerados pilares de la gastronomía nacional, pues no hay comida mexicana sin chile, bien cita la frase, “el chile es el que le da sabor al caldo”.
Los mexicanos comen alrededor de 15 kg anuales de chile percápita, lo que equivale a 1.25 kg al mes, éste es el promedio más alto del mundo. Según datos de la Secretaría de Agricultura, ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), la producción de chile verde «Hecho en México» aumentó 42.4 por ciento entre 2013 y 2016.
Tan sólo el año pasado este alimento registró un volumen de dos millones 922 mil toneladas, lo que significó un avance de 870 mil toneladas, en relación a lo obtenido en 2013. Este cultivo es producido en las 32 entidades del país, las cinco principales son Chihuahua, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí y Michoacán, las cuales aportan el 77.1 por ciento de la producción nacional.
Hay una gran variedad de chiles, los hay de diferentes colores, sabores, unos más picoso que otros; simplemente con el nombre de chile verde se conocen más de 90 especies, aunque los más populares son las variedades del jalapeño, serrano, habanero, pimiento morrón, poblano, chilaca, anaheim, mirasol, soledad, de árbol, piquín, trompillo y blanco de Yucatán.
El chile lo podemos encontrar fresco o seco, en su presentación en seco es el ingrediente indispensable de muchas salsas, del exquisito mole, de los caldillos que acompañan muchas carnes y de los adobos.
Por ejemplo, el chile jalapeño seco se convierte en chile chipolte, el poblano seco es el chile ancho, el chile bola seco se denomina cascabel, el mirasol seco es el guajillo y el chilaca se convierte en chile pasilla.
Ahora que sabemos la importancia de este ingrediente en nuestras comidas, entendemos bien porque para los mexicanos una comida sin chile no es comida.