Hoy en día, el 20% de las especies vegetales están en peligro de extinción, granos muy valiosos para la alimentación mundial como el frijol, el maíz, la patata y el trigo se han visto en peligro con el aumento de la temperatura global, y gran parte de este problema ha sido generado por la agricultura, quien ha sido en gran parte responsable como víctima del cambio climático.
Aproximadamente un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero se deben a esta actividad, pues la labranza propaga dióxido de carbono; el uso de fertilizantes aumentan la presencia del óxido nitroso y si agregamos la producción de metano que surge por la actividad pecuaria hacen que la agricultura sea en gran medida causante de este problema. Además, el aumento de las temperaturas se debe a la destrucción de zonas de cultivo, la deforestación que causa la industria de la madera, y la urbanización que avanza sobre terrenos cultivables.
Por eso, es importante hacer un resguardo del patrimonio genético de miles de semillas, así como impulsar el desarrollo de nuevas variedades que sean resistentes a las sequías y las pestes. Para eso, el Centro Internacional para la Agricultura Tropical (CIAT) trabaja en la preservación del patrimonio genético de las semillas, pero además se encarga de desarrollar especies que resistan a las sequías, al ascenso de las temperaturas y a las enfermedades.
La misión del CIAT es reducir el hambre, la pobreza y mejorar la nutrición humana en los trópicos mediante una investigación que aumente la eco eficiencia en la agricultura, su labor se centra en la biodiversidad agrícola empleando biotecnología avanzada para agilizar el mejoramiento de los cultivos. Cuenta con amplias colecciones de recursos genéticos y 65.000 muestras de cultivos que mantiene salvaguardadas para la humanidad.
Desafortunadamente en un mapeo de 1.076 especies silvestres, de los 81 cultivos más importantes para la alimentación el 30% no se encuentra en ningún banco de germoplasma del mundo, y de un 24% se tienen menos de diez muestras; precisó un estudio publicado en Nature Plants.
Por eso, además de las especies de cultivo y consumo, los científicos emprenden una carrera contra el tiempo para salvaguardar la mayor cantidad de ‘parientes silvestres’ de las semillas por la valiosa información genética que tienen y que puede usarse para desarrollar cultivos que puedan crecer bajo altas temperaturas, suelos con más salinidad, y ante epidemias o plagas.
En el CIAT se trabaja con base en la biofortificación, método para aumentar el contenido de los nutrientes en los cultivos a través de diferentes técnicas de un mejoramiento del varietal, que permite desarrollar semillas con más presencia de micronutrientes, como el hierro y el zinc. Por eso, por cada pariente silvestre que no es conservado en un banco de germoplasma y no se encuentra disponible para la investigación, existe una opción menos para que los fitomejoradores eleven la resiliencia de esos cultivos alimenticios.
La creación de nuevos tipos de semilla, usando los genes de sus parientes salvajes o de otros tipos ‘domesticados’, evita que sequías, pestes o inundaciones ocasionen crisis de hambruna. Por ejemplo, en Colombia los frijoles tradicionales tienen alrededor de 50 partes por millón (ppm) de hierro y 28 ppm de zinc. Pero gracias a este sistema, se crearon las variedades BIO-101 y BIO-107, que tienen contenidos superiores al 60% en hierro y al 50% en zinc y pueden ser cultivadas en regiones que sufren de sequías o cuyas temperaturas han ido subiendo.
En Uganda, el CIAT entregó a las comunidades rurales una especie de frijol que provenía de variedades de Mesoamérica y las adaptó a entornos tropicales, estos frijoles tienen una cantidad de hierro mayor que permitió suplir la carencia de este micronutriente en la dieta tradicional, y evitar los casos de anemia. También en Ruanda entregó semillas fortificadas con hierro y mejoró la salud de la población.
El CIAT además de trabajar con la agrobiodiversidad, lleva a cabo investigaciones en otras dos áreas, en suelos y análisis de políticas, que son transversales a todos los cultivos tropicales y nichos de producción.
Fuente: FAO; Nature Plants; Agriculturers, Red de Especialistas en Agricultura