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Guerra por la venta de atún mexicano en EEUU

Sigue la batalla luego de que el gobierno estadounidense pidiera a la OMC que una exención de las normas internacionales. EEUU es uno de los principales importadores de atún en el mundo con un mercado de 2,000 millones de dólares, el doble del mexicano.

Actualmente, debido a la negativa de los estadounidenses de otorgar la etiqueta ecológica Dolphin Save (Delfín a Salvo) a pesar de que México argumenta que ha cumplido con todos los requisitos del cuidado del animal, los mexicanos sólo pueden colocar el 6% del total de su producción. 

“Las ventas pueden incrementarse en los primeros meses hasta en un 15%’’, expresó Velázquez en diversas entrevistas.

Aunque el litigio aún no concluía, el fallo de abril daba esperanza en la OMC porque determinó que México perdía anualmente 163 millones de dólares por los duros requisitos y discriminación para otorgarle la el sello por lo que EEUU sucumbiría a esta presión como ya había ocurrido en otra ocasión con los tranportistas. “Podríamos  hasta maquilar para atuneras gringas“, especuló Velázquez.

Pero el gobierno norteamericano no dio un paso atrás y en los meses siguientes argumentó ante la OMC que EEUU ya había hecho lo suficiente para cambiar sus leyes y pidió una exención de las normas internacionales por razones de conservación ambiental por lo que en la penúltima semana de octubre, el organismo donde se lleva el litigio le dio la razón.

“Los cambios que EEUU hizo el año pasado eliminan el trato discriminatorio’’, detalló la OMC en referencia a la expansión de las reglas más estrictas para etiquetado Dolphins Save ya no solo a México sino al resto del mundo.

 La Secretaría de Economía mexicana se inconformó por el fallo y anunció que lo impugnará a la par de que buscará imponer impuestos a productos norteamericanos como lo autorizó en abril la OMC. “Todavía podemos aplicar las sanciones, aún no hemos perdido ese derecho’’, dijo Juan Carlos Buker, subsecretario de Comercio Internacional.

Algunos analistas económicos como Arnulfo Gómez, de la Universidad Anáhuac, consideran que México ha enviado un mensaje pusilánime al no haber gravado ya los productos de EEUU por el asunto del atún. “Si no aplica las sanciones se verá cada vez más temeroso’’.

En 2009, el entonces presidente Felipe Calderón emitió un decreto con el cual impuso aranceles de entre 10% y 20% para 89 productos estadounidenses, desde frutas y verduras hasta desodorantes y papel higiénico, porque éste se negaba a respetar la entrada de transportistas mexicanos a pesar de una cláusula del Tratado de Libre Comercio. 

La guerra comercial del atún entre los países vecinos comenzó en los años 80, cuando México prohibió a las embarcaciones pesqueras de EEUU ingresar por atún a aguas mexicanas a la par que este último enfrentaba una fuerte presión de ecologistas en contra de las malas prácticas de pesca que atacaban a los delfines.

Entre otras organizaciones, Human Society International impulsó una agresiva campaña para explicar que los pescadores localizaban a los cardúmenes de atún de aleta amarilla a través de los delfines a los que lanzaban redes de cerco y perseguían  hasta traumatizarlos por la el tiempo y el ruido de motores. Históricamente los delfines eran subidos a bordo y luego eran lanzados, muertos o agonizantes, de regreso al agua. 

Antes de la aplicación de la Ley de los EEUU sobre Protección de Mamíferos Marinos, en 1972, hasta medio millón de delfines morían cada año en esas matanzas.

México documentó ante la OMC que no mantiene en sus aguas esas prácticas. Las empresas atuneras mexicanas sobrevivientes al embargo estadounidense de 1980 aprendieron la lección. “Desde 1990 ya no se hace pesca nocturna, se usa paño medina (un tipo de malla para que no se atore el delfín), se usan buzos y hay observadores internacionales’’, precisó Mariana Ramos, directora ejecutiva de la Alianza del Pacífico por el Atún Sustentable.

Las empresas mexicanas afirman que han hecho hasta de más para cuidar de los animales y cuentan a bordo de sus embarcaciones con científicos independientes de la Marine Stewardship Council, un organismo internacional enfocado a reducir la sobreexplotación de recursos pesqueros, que vigilan sus acciones, pero EEUU insiste en que los reportes de estas organizaciones son discrecionales y opacos y prefiere inspeccionar con su propia gente.

Mientras tanto las atuneras mexicanas han optado por diversificarse. Grupo Mar, la que se frota las manos desde abril para entrar a EEUU, emigró en los 80 a África tras el embargo y desde ahí comenzó a explotar atún a Europa, Japón, Tailandia, un mercado que mantiene fresco junto con el nacional, donde ocupa el segundo lugar después de Pinsa.

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