Un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o se desperdicia cada año en el mundo; por tal motivo, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) realizó un evento de alto nivel en el 72 período de sesiones centrado en abordar las pérdidas y el desperdicio alimentarios como vía para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2: Acabar con el hambre.
Así lo dio a conocer el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, quien se sumó al llamado para que se renueve el compromiso mundial de “tolerancia cero” frente a la pérdida y el desperdicio de alimentos.
“La tolerancia cero con la pérdida y el desperdicio de alimentos es rentable a nivel económico. Según un informe, cada dólar invertido en las políticas para frenar las pérdidas y el desperdicio alimentarios redunda en un beneficio de 14 dólares”, aseguró Graziano da Silva en un discurso difundido por la sede central del organismo en Roma.
Dijo que “invertir en medidas para prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos significa también invertir en políticas favorables a los pobres, ya que promueve sistemas alimentarios sostenibles para un mundo sin hambre”.
Aseguró que este derroche ocurre a lo largo de la cadena de suministro, desde la granja hasta la mesa del consumidor y más allá de los alimentos, representa un despilfarro de mano de obra, agua, energía, tierra y otros insumos. “Si la pérdida y el desperdicio de alimentos fueran un país, sería el tercer mayor emisor nacional de gases de efecto invernadero”.
Graziano da Silva se unió en este llamamiento a Gilbert Houngbo, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA); David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Así como Thani bin Ahmed Al Zeyoudi, ministro de Cambio Climático y Medio Ambiente de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), y a Josefa Correia Sacko, comisaria de Economía Rural y Agricultura de la Unión Africana, así como representantes de Alemania, Países Bajos y Angola; quienes pidieron una mayor cooperación entre los gobiernos, empresas, socios de desarrollo, grupos de agricultores y otros actores a la hora de abordar el problema.
Según la FAO, de los 815 millones de personas que padecen hambre en el mundo, la mayoría vive en zonas rurales de países en desarrollo y son agricultores familiares, pastores o pescadores.
Cuentan con un acceso deficiente a los medios actuales de prevenir las pérdidas y el desperdicio alimentos y a menudo los sistemas alimentarios locales sufren de carencias en el manejo, transporte, procesamiento y refrigeración en la etapa poscosecha.
Al reducir las pérdidas y el desperdicio a lo largo de la cadena de valor de los alimentos, unos sistemas alimentarios robustos pueden contribuir a promover la adaptación y mitigación del cambio climático, preservar los recursos naturales y reforzar los medios de subsistencia rurales, aseguró la FAO.