Sanjaya Rajaram, científico naturalizado mexicano, fue premiado con el Premio Mundial de la Alimentación 2014, por su trabajo con más de 480 variedades de trigo.
Dice un dicho mexicano que hay personas que llegan para echar raíces en ciertos lugares. Para el científico nacido en India, Sanjaya Rajaram, esta es una verdad popular que se ha cumplido en su caso, y que le permite ser el primer mexicano naturalizado que recibirá hoy el Premio Mundial de la Alimentación 2014 (The World Food Prize), considerado por la comunidad científica el ‘Nobel de Agricultura’.
“Logramos mucho en este periodo en México, pero el mandato que tengo es mundial, hay que llegar a todo el mundo con trigos mexicanos”, asegura el científico que fue galardonada este día en el Capitolio de Iowa, ubicado en la ciudad de Des Moines.
El trabajo científico de Rajaram permitió el desarrollo de variedades de trigo con alto rendimiento que se han cultivado en diversas regiones del globo terráqueo, y que han demostrado las resistencias de estas plantas a distintas condiciones ambientales.
Los resultados de su trabajo son tangibles. Ha logrado la liberación de más de 480 variedades de trigo de alto rendimiento en 51 países, las cuales se siembran en 58 millones de hectáreas que representan beneficios para agricultores de pequeña y mediana escala.
Pero la tarea del científico no termina todavía, ya que se propone celebrar este reconocimiento internacional trabajando por resolver la necesidad de alimento de un mundo que tiene hambre.
Compañero de la Revolución Verde
El trabajo de Sanjaya Rajaram se resume en más de 30 años de investigación enfocada al mejoramiento genético del trigo, el cereal más consumido en el mundo —asegura el científico—, y representa la base de alimentación de 4,500 millones de personas en todo el mundo.
Rajaram trabajó al lado del Premio Nobel de la Paz 1970, Norman Borlaug, científico estadounidense que es considerado el ‘Padre la Revolución Verde’, con quien desarrolló investigaciones en campos experimentales de trigo en Sonora y Estado de México.
Desde 1969, Sanjaya condujo investigaciones en el Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT).
El hambre “es un problema en parte social, ya que hay muchas personas que no tienen dinero para comprar los alimentos”, dice el especialista.
A mediados de este año, el científico fue sorprendido por la noticia de su premiación. El Premio Mundial de la Alimentación fue instituido, en 1896, por Norman Borlaug con el objetivo de reconocer a aquéllos que con su labor han causado el avance del desarrollo humano, a través del mejoramiento en la calidad, cantidad y disponibilidad mundial de los alimentos.
Representantes de países como Estados Unidos, Brasil, China, Bangladesh, Cuba, Sierra Leona e India han sido los lugares de procedencia de algunos de los homenajeados por este reconocimiento, el cual también ha sido entregado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Para 2050, la población mundial alcanzará 9,000 millones de habitantes y para alimentarlos se requiere que los países incrementen 70% su producción de alimentos. México no es la excepción en este reto global.
Rajaram que el reto es preparar a más jóvenes en las universidades para que lleguen a los campos de cultivo de América Latina y que sean los propios centros de estudio quienes produzcan la tecnología agrícola, para no depender de las grandes trasnacionales.
Respecto al uso de granos genéticamente modificados, el ganador del Premio Mundial de Alimentación 2014 sólo espera que la regulación garantice que no existan daños ambientales, pero considera que es una opción que puede cambiar la eficiencia del campo mexicano.
El científico que eligió ser mexicano sonríe y sabe que su trabajo es una cosecha que aún tiene frutos pendientes: “Mi preocupación es llegar a los pequeños agricultores, no hay que inventar nada extraordinario, sólo llegar a ellos”.