Con Información de Darío Celis en El Financiero
Javier Delgado mendoza fue el primer director general de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND) en este gobierno de la 4T.
Como tal, encabezó también el Fideicomiso de Riesgo Compartido (Firco), el Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural (Focir) y la institución nacional de seguros del campo Agroasemex.
“Su” objetivo fue crear un ente, denominado Agrofin, para concentrar en una sola bolsa todos los recursos del campo y tener así un brazo poderoso para impulsar el desarrollo del sector.
El resultado de su gestión se graficó en números rojos en que dejó a las tres instituciones a su cargo, merced a decisiones fallidas que abultaron el endeudamiento de la financiera.
Un ejemplo de lo anterior fue la ruinosa adquisición de un “core bancario” para la FND que costó unos 800 millones de pesos y que hasta la fecha no opera, pero del que ya se pagó más de la mitad de su valor.
La presión interna de Morena contra Javier y todos los allegados al ex jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, en la banca de desarrollo, motivó el arribo a la FND del tabasqueño Baldemar Hernández, en julio de 2020.
No llegó solo: con él un contingente de funcionarios de los programas del Bienestar que todavía controlaba Gabriel García Hernández, quien se encargó de copar a la FND, como lo hizo con Banco del Bienestar.
A la nueva administración se le fijó la meta de consolidar el programa Crédito Seguro destinado a tramitar crédito para los Centros de Desarrollo Integral de los Programas del Bienestar.
Dos años después el resultado suma un total de 50 créditos otorgados y una reducción brutal de las colocaciones, debido a las “nuevas condiciones de crédito” destinadas a asegurarse la devolución de los créditos, más los intereses pactados.
Y es que a partir de Baldemar los acreditados del campo empezaron a ser tratados como inversionistas inmobiliarios a quienes podía exigírseles garantías físicas superiores al valor del préstamo.
Como era de esperarse la FND se llenó con tantos recursos para prestar que ha tenido que decidir, en su último Consejo de Administración, la devolución de préstamos internacionales con tasas de castigo, proveniente de organismos multilaterales.
En esta ocasión las acusaciones contra el titular de la FND llegaron por igual a Rogelio Ramírez de la O y a Raquel Buenrostro, quienes en una especie de competencia por quién se hacía del control de la entidad, dirigieron sus baterías contra Baldemar, descuidando el pequeño detalle de su amistad personal con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La primera en actuar fue la jefa del SAT, quien el 17 de mayo pasado tomó la decisión de cesar a cuatro directores generales, dependientes directos de Baldemar, y a tres coordinadores regionales para reemplazarlos con morenistas provenientes de los programas del Bienestar.
Con esos cambios también llegó el aviso para que, a más tardar en diciembre de este año la FND extinga sus funciones y suspenda, desde ya, todo tipo de préstamos para no ahondar más la crisis de la financiera.
Luego, como informamos en esta columna el 31 de agosto, al titular de la FND le llegó la “orden” de Ramírez de la O a través de su jefe de asesores, Leonel Ramírez, para que le entregara su renuncia inmediatamente.
La consecuencia de ambas presiones y amenazas explica la actual suspensión total de toda actividad crediticia de la financiera y el incremento de las pérdidas, sumadas a numerosas situaciones de cesación de pagos de acreditados, que al haberse enterado de las condiciones actuales de la FND han decidido ya no pagar.
Pero nada de esto le ha quitado a Baldemar la confianza de su paisano, el inquilino de Palacio Nacional, aunque tampoco se le tiene permitido financiar programa alguno, ni siquiera para contribuir a la producción de cultivos básicos que podrían ayudar a paliar la inflación que estamos padeciendo.