Fundar Centro de Análisis de Investigación destaca en su proyecto “Subsidios al campo”, basado en cifras oficiales, que los subsidios que otorgó el Gobierno federal a través de programas de la Secretaría de Agricultura como Procampo, beneficiaron más a grandes productores y castigó a campesinos de medianas o pequeñas superficies, a pesar de ser mayoría en el sector y necesitar de más recursos.
Colectivos del campo y exdiputados también destacaron que al revisar los padrones y nombres de productores o socios publicados por la SAGARPA en datos abiertos, se otorgaron más ayudas con dinero público a empresas trasnacionales como Bimbo, Maseca (Gruma) y Bachoco.
En este contexto, México exporta principalmente hortalizas, frutas y cerveza, producidos por la agroindustria, pero importa en su mayoría los alimentos de la canasta básica [maíz amarillo, arroz, frijol], es decir lo que más consumen las familias mexicanas, muestran las cifras de la Secretaría de Economía (SE).
El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “el pueblo se cansa de tanta pinche transa”, en referencia a las empresas que buscan devoluciones del pago de impuestos, como lo intentó Grupo Modelo. Y en diversas ocasiones ha criticado al modelo neoliberal.
Pero su apertura a Nestlé México, que anunció una inversión por 154 millones de dólares para la producción de café robusta en Veracruz, da otra señal a los campesinos de pequeña escala. El Consejo Regional del Café en Coatepec rechazó la instalación de la planta de la trasnacional porque “ha manipulado el precio del café” y “ha explotado a los cafetaleros no solo mexicanos, sino de todo el mundo”.
Movimiento Social por la Tierra y la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) también criticaron la medida porque las políticas enfocadas al sector cafetalero, lejos de ser benéficas para los pequeños productores, son dirigidas a las empresas trasnacionales tanto para producción como para comercialización.
Sin embargo, Manuel Cervera Villanueva, encargado del proyecto “Subsidios al Campo” de Fundar, destacó que la ahora Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) destinará la mayoría de sus recursos a programas nuevos destinados solo a pequeños productores, entre ellos el de precios de garantía a productos alimentarios básicos (6 mil millones de pesos para 2019), crédito a la palabra (4 mil mdp) y fertilizantes (mil mdp). Leticia López, directora de la ANEC, celebró esa medida.
Esto contrasta con la tendencia pasada de dar más a grandes productores que a “los vulnerables” como productores pequeños, indígenas, en zonas violentas, lo cual, dijo Cervera, acentuaba la pobreza y hambre en el campo.
“Hay que reconocer de este nuevo Gobierno federal que Procampo desapareció y lo sustituyó un programa que se llama Producción para el Bienestar, compuesto por ese padrón de Procampo y del de apoyos para productores de maíz y frijol. Y solo contempla productores con predios de menos de 20 hectáreas, es decir, a pequeños y medianos productores”, aseguró. “Procampo era un programa regresivo que beneficiaba a los que más tenían”.
Fundar expuso que a pesar de las condiciones precarias para producir y la falta de apoyos económicos gubernamentales, la pequeña agricultura representa el 39 por ciento de la producción agropecuaria nacional. El 73.4 por ciento de los productores de maíz amarillo son de hasta 5 hectáreas, el 70.5 por ciento de maíz blanco y el 60.6 por ciento de frijol. Son datos de 2007 porque el INEGI no pudo actualizar el Censo Agrícola Ganadero en 2017 por falta de presupuesto, aclaró Cervera Villanueva.
El Programa Nacional de Desarrollo 2013-2018 del gobierno anterior planteaba la necesidad de “reorientar los programas para transitar de los subsidios ineficientes a los incentivos a la productividad y a la inversión”.
No obstante, Fundar, basado en datos de la entonces SAGARPA, determinó que las entidades más beneficiadas con los subsidios gubernamentales para el campo se caracterizaron por tener un mayor número de productores con predios grandes, que utilizan tracción mecánicas, disponen de riego y comercializan su producción, mientras que “castiga” a los productores menos capitalizados, pobres, temporaleros y minifundistas.
Del padrón del programa Procampo, entre 2006 y 2012, el 20 por ciento que eran grandes productores, concentraban cerca del 60 por ciento de los recursos y el restante 80 por ciento solo les tocaba el 40 por ciento.
Fundar no ha podido actualizar “Subsidios al campo” porque la SADER no ha terminado los padrones de beneficiarios de los nuevos programas federales de apoyo al campo, aclaró el investigador encargado, Manuel Cervera.
El investigador de Fundar, Manuel Cervera Villanueva, explicó que el padrón de beneficiarios de programas de apoyo de la Secretaría de Agricultura solo muestra el nombre de los productores que se postularon, no el de empresas.
Adelita San Vicente, de la campaña “Sin Maíz no hay País”, aseguró que desde hace años ha observado grandes subsidios que se les dan a las grandes empresas trasnacionales y nacionales, entre ellas las que se les ha llamado las 10 hermanas del campo: Bimbo, Maseca, Grupo Sigma, Bachoco, SuKarne, Herdez, Lala, Alpura, Grupo Modelo y Femsa. En 2010 se calculaba que el 40 por ciento de los subsidios los acaparaban estas empresas que han interpuesto un modelo agroalimentario en el país, aseguró.
A partir del Programa de Incentivos a la Comercialización operado por la ASERCA de SAGARPA, de acuerdo con los datos del padrón de beneficiarios de 2013, la Comercializadora Industrial AOAS recibió 198 millones 300 mil pesos de subsidio; Gruma-Maseca (Archer Daniels Midland) recibió 138 millones 311 mil pesos; Bachoco recibió 100 millones de pesos; Bimbo (La Moderna) recibió 72 millones de pesos, mientras que al campesino se le regatean mil pesos de Proagro o se le ponen miles de obstáculos para tener acceso a proyectos de 30 mil pesos.
Estos grupos monopólicos, en especial Bimbo (La Moderna), Bachoco y unos cuantos más son quienes controlan y deciden sobre las cosechas, el crédito, los insumos estratégicos, los precios de mercado, las importaciones y las exportaciones en la producción del sector agropecuario nacional.
Movimiento Social por la Tierra también se manifestó en contra del desplazamiento del cultivo del café arábica por el robusta de Nestlé, por ser el sustento de las familias de los pequeños productores de café, y rechazó que se deforesten más de 80 mil hectáreas para la siembra y el monocultivo del café robusta.
Este modelo de subsidios a grandes empresas por encima de los medianos y pequeños productores afecta a la soberanía alimentaria de México, advirtió la integrante de Sin Maíz no hay País.
“Ha sido una política obscura y deliberada que a lo largo de 36 años desde los gobiernos neoliberales y que se firmó el TLCAN se dijo que el campo no era un negocio”, aseguró. “Basados en las ventajas comparativas, los neoliberales comenzaron a importar maíz, frijol y arroz y exportar lo que da recursos como el aguacate o la cerveza, que afecta el agua y provoca deforestación”.